Viaje al país de los colores del azafrán
Khorasan, nordeste de Irán, febrero de 2017
Tal como escribió el poeta del siglo XIV, Hafez, Irán es ese gran misterio. Estas tierras persas, tan codiciadas por los más grandes conquistadores, nos invitan a vagar sin rumbo; ofrecen vastas extensiones llenas de color y perfume, de diversidad, de profusión, de carácter y de delicadeza.
Irán sigue teniendo muy presentes los recuerdos de un pasado rico, glorioso y tumultuoso. El Imperio persa se remonta a 2500 años a. C. y, aunque el número de practicantes es cada vez menor, Irán sigue estando marcado por el zoroastrismo. Los símbolos en honor a Zoroastro, la luz, el día y el fuego, se mantienen vivos en los corazones de los seguidores. Todos los días recordamos que «la felicidad pertenece a quienes aportan felicidad a otros».
La hospitalidad, el reconocimiento al prójimo y el gusto por la naturaleza están profundamente anclados en las prácticas persas: «Piensa, habla y haz el bien», parece ser el mensaje que difunden los afables rostros de los iranís, muy lejos de la actualidad política y económica marcada por las cuestiones geopolíticas.
Sí, quizás es a través de la poesía, de la especia y del color como se llega al corazón de Irán, porque «conocer la poesía es tocar el alma iraní».
NUESTRA IMPRESIÓN SOBRE IRÁN…
Llegar a Irán es viajar millones de años en el tiempo y volver a conquistar Persépolis.
- Es inventarse un Dios con Zoroastro y escuchar hablar del «pardis», el paraíso, por primera vez.
- Es respirar la suavidad y la majestuosidad de la Ruta de la Seda.
- • Es dejarse mecer por lugares míticos como Isfahán o Shiraz y soñar con Samarcanda.
- Es viajar de Egipto al río Indo, de Magreb a Máshreq.
- Es dar un paso y estar en India, en Europa o en Magreb.
- Es conectar el mar Caspio con el golfo Pérsico y saborear arroz, tés, granadas, pistachos, dátiles y otras delicias.
- Es abrir la preciada flor y descubrir un nuevo color, un nuevo sabor, un nuevo estado de ánimo.
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